Por: Fernando Tapia
Fotografía: Artísta de Pintura, Xelha Tlaloc Embarcadero.

"Escucho con amor los mensajes de mi cuerpo", Louise Hay. 

¿Con que frecuencia te detienes a escuchar los mensajes que tu cuerpo te manda? ¿Consideras que tienes una buena relación con él?  ¿Sabes porque en ocasiones es más fácil dejar de atenderlo que tomar el mensaje? Porque escuchar y aceptar la información que te revela, implica aceptar la responsabilidad de tu existencia. Muchas veces los mensajes que tu cuerpo te envía, están relacionados a las áreas de tu vida. Tan importante es atender que, en ocasiones, habrá quienes experimentan accidentes que causen ciertos malestares en su cuerpo, y en realidad, la razón por la cual, esas personas sufrieron algún percance, obedece a que una parte del cuerpo “necesitaba” dañarse, de esa manera la información estaría marcada en el cuerpo. 

No necesitas llegar a estos niveles, sin embargo, si no presta atención la primera vez, la vida y tu cuerpo intentarán comunicarse contigo y en ocasiones, estos ensayos podrían ser en realidad experiencias que impacten de manera importante tu vida y no necesariamente de una forma muy agradable. 

Por ejemplo, cada vez que experimento algún malestar en mi cuerpo físico, me detengo y digo. ¿Qué mensaje me está tratando de comunicar mi cuerpo hoy? ¿Ya me había intentado comunicar esto antes? Sí es así, ¿Por qué lo he ignorado? ¿Qué tan duro es escucharme y tomar responsabilidad de mí mismo? 


Muchas veces la respuesta no me ha gustado porque ha implicado aceptar que es necesario cerrar ciclos con amistades, desterrar pensamientos e ideas que ya no sirven. E incluso marcharme de un lugar que ya no me nutre, sino que, precisamente, me enferma.  Consecuentemente, agachar la mirada y no aceptar la verdad de las cosas, resulta más cómodo porque desde ese lugar no hay aforo para la confrontación. Siendo esta la medicina que sana el alma y como resultado el mismo cuerpo.

Por lo tanto, Si has olvidado como conectar con tu templo físico, existe un ejercicio muy simple que te ayudará a entablar una relación más íntima con él. Busca un lugar en donde puedas estar sólo por un par de minutos. Venda tus ojos y asume una posición cómoda. Empieza inhalando y exhalando lentamente y poco a poco hasta que sientas que tu cuerpo se empieza a relajar. Deja que los pensamientos fluyan, está bien, no luches sólo fluye. Poco a poco comienza a tomar conciencia de tu cuerpo ¿Qué te dice? ¿Se siente cómodo? ¿Se siente incómodo? ¿Hay algo que anda mal? ¿Hay algo que sabias que estaba ahí pero que decidiste ignorar?  Es posible que la respuesta venga en forma de emociones, imágenes o una sensación especifica en una parte determinada de tu cuerpo. 

Pon atención, no juzgues sólo permanece presente. Abraza lo que se te entrega y actúa en consecuencia, sí en ese momento tu decisión es asumir el cambio.

También puedes intentar sentir tu pulso, o los latidos de tu corazón. Presta atención al ritmo, es el ritmo de la vida que late constante en ti. En ocasiones, cuando estoy preocupado, me gusta detenerme, poner mi mano en mi corazón sentir su latir y entonces le digo. Dime cual es el camino que debo recorrer. Sé que la respuesta llegará, a veces no en el momento, a veces sí. Es entonces que te descubres en un momento que te dice que mientras permanezcas conectado la respuesta llegará en el momento indicado.